martes, 15 de julio de 2008

Sobre la (in)paciencia...

BAMBÚ JAPONÉS

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas... ¡la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!¿Tardó solo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente un resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que se mantienen en forma perseverante y coherente, o sea no tercos e ilusos, y saben esperar el momento adecuado. De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí nos esta sucediendo algo dentro: estamos creciendo, madurando. Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia. Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas. Qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos... Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué... Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés... ¿Para qué? Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación. Gobernar aquella toxina llamada impaciencia, misma que nos envenena el alma.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes.... ¡Quizá solo estés echando raíces!
P.D- Hoy tengo poca inspiración así que el texto es de una amiga japonesa aficionada a los bonsáis y la imagen de Flickr... El próximo post será más "propio" :)

jueves, 19 de junio de 2008

El retrato de Dorian Grey


"Cuando las verdades están en la cuerda floja es cuando se las puede seguir llamando verdades".
Oscar Wilde.
Foto: Zaragoza, Octubre del 2007.

martes, 17 de junio de 2008

martes, 27 de noviembre de 2007

¡Por favor!

Me siento profundamente indignada por el nuevo anuncio sobre mujeres maltratadas que, financiado por el gobierno, aparece, cada día, en las televisiones españolas.
Para quién no haya tenido el sublime placer de verlo lo voy a describir a continuación:
Aparece una pareja enmarcada en una ventana de un bloque de pisos, nuevo, metálico y frío. Él, un hombre joven con una excesiva vocalización y una sobreactuación evidente, grita a una mujer que, más que estar siendo maltratada, parece que está sentada esperando recibir su sueldo. Apenas resulta expresiva, tan siquiera parece que esté bloqueada por el miedo, estupefacta al ver convertida a la persona que ama en un monstruo, más bien resulta ser lo que es: una chica a la que le han ordenado que finja ser maltratada.
Entonces, la cámara se acerca a otra ventana (según parece quiere recordar a la película “la ventana indiscreta” hecho muy constructivo, montar reminiscensias de películas en un anuncio que debe hacer cambiar consciencias) donde un vecino mira a la pareja de enfrente. Luego, se supone que el altruísta perfecto ciudadano decide llamar al 016 para salvar a la víctima pero su actitud resulta tan mecanizada, antinatural y su gesto es tan fingido que hasta da asco. En otras palabras, si el hombre en cuestión estuviera llamando a la línea erótica o pidiendo una pizza la escena resultaría más creíble.
Y, para poner la guinda a este magnífico pastel, la cámara se desplaza hasta el suelo del edificio donde aparece un grupo de niños cogidos de las manos rodeando una farola al tiempo que cantan “denúnciale y vuelve a denunciar que si él no te quiere otro corazón te querrá”.
Así de fácil: mujer maltratada, tranquila, si él te pega, te humilla, te desmorona, te tortura, te culpabiliza, te hunde hasta hacerte olvidar quién eras, tranquila que, como dice la expresión popular “hay muchos peces en el mar”! ¡Dejarlo es tan fácil como pronunciar “h, i, j, k”!
Además, tú aguanta, lo que puedas, (aún puedes aguantar más!), que seguro que alguna alma caritativa en forma de personaje anónimo llamará en tu nombre al 016 para salvarte. ¡Por favor!
Querido ministerio de trabajo (o del desempleo pero esta ya es otra historia), muchas gracias por haber convertido el maltrato, otra vez, en un simple juego de niños.
Si siguen yendo por este camino (al tiempo que se sienten ufanosos de hacer actos como el de ayer “día de la mujer maltratada” aunque creo que lleva otro nombre) verán como no son 82 las mujeres que MUEREN, repito mujeres que HAN MUERTO, sino que continuarán siendo centenares las mujeres que serán golpeadas, violadas, quemadas, apuñaladas o, lo que tal vez sea peor, sin ningún rasguño pero con una mirada vidriosa: rotos los sueños, ahogada la voluntad, aniquilada la autoestima, sometidos los sentimientos, sembrado el miedo, cuéntenme, queridos señores, qué es vida.

martes, 25 de septiembre de 2007

Frío y calor...

De fuego, quiero un calor tan envolvente que recorra mi cuerpo y lo deje sediento, la piel a tiras y los labios ardorosos, que llene mis pestañas y me posea de tal modo que deba desnudarme de todas mis emociones y quedarme con solo una: tú. Pero, mientras (llegas, voy o ocurre un milagro) solo es frío, un frío infernal el que recorre mi espalda y me araña la piel tan profundamente que hasta hiere por dentro. Un frío horrible, que no me deja pensar, entumece mis manos y bloquea mis sensaciones. Solo hay frío, un frío nuevo, tan frío y tan desconocido que solo de pensar en él ya se me congelan las lágrimas que no debo mostrarte. Frío es lo que siento cuando estás tan cerca y tan lejos, cuando te quiero y ni tan siquiera puedo verte, cuando... Solo hay frío porque mi calor se fue, contigo.
P.D- Dime que estas dos semanas pasarán rápido. Necesito tu abrazo.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Mírate


No te escondas, eso jamás, levanta la cabeza. Un poquito más, así perfecto. Eres única, mírate. ¿Te puedes ver? Seguro que sí. Mírate. Ni los gritos ni los puñetazos han podido contigo. Eres fuerte, muy fuerte. Mírate otra vez.
Venga, tú puedes, separa estos labios presionados. Ni los reproches ni los insultos han conseguido acallar tu voz. ¿La puedes oír? Sigue ahí, deseosa de reconciliarse contigo misma para poder pronunciar en alto tu nombre. ¡Recuerda! Aunque parezca que todo lo has perdido, aún tienes un nombre. ¡Grítalo!
Abre los ojos. Bien abiertos. No volverás a ver el dolor. Ánimo, abrélos. Delante tus pestañas el mundo danza. Mírate. No temas las cicatrices ni los moratones, te recordarán, para siempre, que sigues viva para poder verlas. ¿Duele? ¡Claro que sí! Sin embargo algún día el sufrimiento se convertirá en fuerza.
No llores o llora, una única y sola vez, hasta quedarte sin una sola lágrima. Luego mírala, tu hija ya no llora. ¿Sabes por qué? Está orgullosa de su mamá. Eres fuerte, no lo olvides.
¡No bajes la cabeza de nuevo! Mírate, otra vez. Sí, mira a la mujer que se refleja en el espejo, es bella, inteligente, guapa, un tesoro. ¡Eres tú! Tardarás mucho en créertelo, lo sé, pero algún día saldrás de tus cenizas y serás puro fuego. Algún día volverás a ser alguien parecido a lo que eras antes que él entrara en tu vida. Mírate. No intentes dibujar una sonrisa falsa, ya habrá tiempo de dibujar una de verdadera.
¡Escucha! ¡Es el timbre de la puerta! No te escondas, él ya no volverá ¡Jamás!
¿Sabes quién llama? Es el amor verdadero. El que ama, el que nunca daña, el que no hiere, el que es paciente, el que te apoya, te da la mano para que te agarres, el que hace desaparecer el miedo, éste es el que llama a tu puerta. ¿Lo dejas entrar?

domingo, 8 de julio de 2007


Un apunte, en un pie de página, solamente uno.
Amor, sin miedo, sin gritos, con libertad, con confianza. Amor, a pie de página.
Gracias.